¿QUE ES EL FLOW (FLUIR)?
El flow (Fluir) es un estado en el que uno se siente totalmente absorto en una actividad para el propio placer y disfrute, mientras el tiempo parece volar y las acciones, pensamientos y movimientos se suceden sin pausa. Todo nuestro ser está concentrado en la tarea y utiliza sus destrezas y habilidades llevándolas hasta el extremo. En este estado se experimenta una enorme satisfacción, parecida a la de la felicidad estática.
La persona que entra en este estado, muestra perfecto control de lo que está haciendo y sus respuestas se ajustan a las exigencias dinámicas de la tarea, no se preocupa de cómo está actuando, la motivación proviene del placer del acto mismo, la conciencia se funde con el hacer, la satisfacción generada por la realización de la actividad en sí y no por los beneficios finales tal actividad. Las personas realizamos actividades y así desarrollamos nuestras habilidades para producir experiencias, a través de la implicación con la actividad particular, no es algo místico sino el resultado natural de las acciones que cada quien toma.
Los seres humanos estamos programados para experimentar una completa implicación con la vida. Vivir significa experimentar a través del hacer, del sentir y del pensar. La experiencia tiene lugar en el tiempo, así que el tiempo es el recurso verdaderamente escaso que tenemos. A lo largo de los años el contenido de las experiencias determinará la calidad de vida y, por ello, una de las decisiones más esenciales que podemos tomar tiene que ver con cómo invertimos o a qué dedicamos el tiempo.
APRENDIENDO A FLUIR
La conciencia es un gran almacén donde se guarda la información, todo aquello que vemos, pensamos, sentimos o deseamos serían como cajas en esté almacén, las intenciones son las responsables de decidir que sucesos entran en nuestra conciencia y cuáles no, siendo también el responsable del orden del almacén. Las cajas de información no se guardan de cualquier manera si no que se clasifican acorde con nuestras intenciones. Cuando deseamos algo nuestra atención se focaliza en los objetos que deseamos descartando así los demás. A diferencia de los sueños en los cuales no podemos actuar, todo aquello que vemos, sentimos, pensamos y deseamos se puede usar y manipular en nuestra conciencia, esta capacidad nos permite ser felices incluso cuando nuestro ambiente externo nos empuja hacia todo lo contrario.
Debido a la naturaleza finita de nuestra conciencia es extremadamente importante lo que entra y lo que dejamos fuera, esto es lo que determina el contenido y la calidad de nuestra vida. Si podemos controlar a “nuestro jefe de almacén” podemos controlar nuestro estado de felicidad, podemos fluir.
Imaginad, por ejemplo, que estamos esquiando pista abajo y que toda nuestra atención está centrada en los movimientos de nuestro cuerpo, la posición de los esquís, el aire que nos golpea el rostro y los árboles cubiertos de nieve que parecen desfilar a ambos lados. No hay espacio en nuestra conciencia para conflictos ni contradicciones; sabemos que cualquier pensamiento o emoción que nos distraiga puede hacernos quedar enterrados en la nieve boca abajo. ¿Y quién quiere ser distraído en estas circunstancias? El recorrido es tan perfecto que lo único que deseamos es que dure para siempre y sumergirnos totalmente en la experiencia.
Si esquiar no os dice gran cosa a la hora de fluir, podéis sustituirlo por vuestra actividad favorita. Podría ser cantar en un coro, programar un ordenador, bailar, jugar al futbol o leer un buen libro. O, si te gusta tu trabajo, como le pasa a muchas personas, podría ser hallarte inmerso en una operación quirúrgica complicada o cerrar un negocio.
Ahora bien, esta inmersión completa en la actividad puede suceder en la interacción social, como cuando dos buenos amigos conversan o cuando la madre juega con su bebé. La conciencia está llena de experiencias y estas experiencias se hallan en armonía entre sí.
Estos momentos excepcionales es lo que se llama estados de flujo, disfrutar cada momento de lo que se hace. Cuando la información que entra en nuestra conciencia es coherente con nuestros objetivos la energía psíquica fluye sin esfuerzo, en estos momentos no hay preocupaciones, nada nos distrae, todos nuestros sentidos están concentrados en un único objetivo, aunque podamos pensar que nuestras vidas no son tan excitantes como la de un artista cualquier situación vivida con intensidad nos puede llevar a fluir. Cuando una persona es capaz de organizarse la conciencia para experimentar estados de fluidez a menudo su calidad de vida mejora inevitablemente.
El fluir en una experiencia óptima no sólo hace que la persona escape de la ansiedad y el aburrimiento, sino que, al hacerlo, logran poner orden en el caos reinante de sus mentes.
El flow (Fluir) es un estado en el que uno se siente totalmente absorto en una actividad para el propio placer y disfrute, mientras el tiempo parece volar y las acciones, pensamientos y movimientos se suceden sin pausa. Todo nuestro ser está concentrado en la tarea y utiliza sus destrezas y habilidades llevándolas hasta el extremo. En este estado se experimenta una enorme satisfacción, parecida a la de la felicidad estática.
La persona que entra en este estado, muestra perfecto control de lo que está haciendo y sus respuestas se ajustan a las exigencias dinámicas de la tarea, no se preocupa de cómo está actuando, la motivación proviene del placer del acto mismo, la conciencia se funde con el hacer, la satisfacción generada por la realización de la actividad en sí y no por los beneficios finales tal actividad. Las personas realizamos actividades y así desarrollamos nuestras habilidades para producir experiencias, a través de la implicación con la actividad particular, no es algo místico sino el resultado natural de las acciones que cada quien toma.
Los seres humanos estamos programados para experimentar una completa implicación con la vida. Vivir significa experimentar a través del hacer, del sentir y del pensar. La experiencia tiene lugar en el tiempo, así que el tiempo es el recurso verdaderamente escaso que tenemos. A lo largo de los años el contenido de las experiencias determinará la calidad de vida y, por ello, una de las decisiones más esenciales que podemos tomar tiene que ver con cómo invertimos o a qué dedicamos el tiempo.
APRENDIENDO A FLUIR
La conciencia es un gran almacén donde se guarda la información, todo aquello que vemos, pensamos, sentimos o deseamos serían como cajas en esté almacén, las intenciones son las responsables de decidir que sucesos entran en nuestra conciencia y cuáles no, siendo también el responsable del orden del almacén. Las cajas de información no se guardan de cualquier manera si no que se clasifican acorde con nuestras intenciones. Cuando deseamos algo nuestra atención se focaliza en los objetos que deseamos descartando así los demás. A diferencia de los sueños en los cuales no podemos actuar, todo aquello que vemos, sentimos, pensamos y deseamos se puede usar y manipular en nuestra conciencia, esta capacidad nos permite ser felices incluso cuando nuestro ambiente externo nos empuja hacia todo lo contrario.
Debido a la naturaleza finita de nuestra conciencia es extremadamente importante lo que entra y lo que dejamos fuera, esto es lo que determina el contenido y la calidad de nuestra vida. Si podemos controlar a “nuestro jefe de almacén” podemos controlar nuestro estado de felicidad, podemos fluir.
Imaginad, por ejemplo, que estamos esquiando pista abajo y que toda nuestra atención está centrada en los movimientos de nuestro cuerpo, la posición de los esquís, el aire que nos golpea el rostro y los árboles cubiertos de nieve que parecen desfilar a ambos lados. No hay espacio en nuestra conciencia para conflictos ni contradicciones; sabemos que cualquier pensamiento o emoción que nos distraiga puede hacernos quedar enterrados en la nieve boca abajo. ¿Y quién quiere ser distraído en estas circunstancias? El recorrido es tan perfecto que lo único que deseamos es que dure para siempre y sumergirnos totalmente en la experiencia.
Si esquiar no os dice gran cosa a la hora de fluir, podéis sustituirlo por vuestra actividad favorita. Podría ser cantar en un coro, programar un ordenador, bailar, jugar al futbol o leer un buen libro. O, si te gusta tu trabajo, como le pasa a muchas personas, podría ser hallarte inmerso en una operación quirúrgica complicada o cerrar un negocio.
Ahora bien, esta inmersión completa en la actividad puede suceder en la interacción social, como cuando dos buenos amigos conversan o cuando la madre juega con su bebé. La conciencia está llena de experiencias y estas experiencias se hallan en armonía entre sí.
Estos momentos excepcionales es lo que se llama estados de flujo, disfrutar cada momento de lo que se hace. Cuando la información que entra en nuestra conciencia es coherente con nuestros objetivos la energía psíquica fluye sin esfuerzo, en estos momentos no hay preocupaciones, nada nos distrae, todos nuestros sentidos están concentrados en un único objetivo, aunque podamos pensar que nuestras vidas no son tan excitantes como la de un artista cualquier situación vivida con intensidad nos puede llevar a fluir. Cuando una persona es capaz de organizarse la conciencia para experimentar estados de fluidez a menudo su calidad de vida mejora inevitablemente.
El fluir en una experiencia óptima no sólo hace que la persona escape de la ansiedad y el aburrimiento, sino que, al hacerlo, logran poner orden en el caos reinante de sus mentes.
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Education | Upload TimePublished on 7 Feb 2019 |
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